En su espalda carga su talento, sus éxitos, su humildad y el futuro de la natación española. Demasiado peso y responsabilidad para cualquier joven de 18 años, aunque Hugo González (Palma, 1999) parece estar hecho de agua. Todo fluye, desde su tono suave de voz hasta sus poderosas brazadas, que le han conducido a cuatro medallas en el Mundial Junior. Tres de ellas han sido de oro (400 estilos, 100 y 200 espalda, este martes, a las que hay que sumar una plata en el 50 espalda). Su última gesta ha sido en Indianápolis, desde donde se desplazará a Auburn para continuar su aventura americana. Buscará en Estados Unidos ampliar sus notorias cualidades deportivas y educativas.
Porque su plan es estudiar Ingeniería Informática mientras se prepara con la élite planetaria tras evidenciar una proyección meteórica. Este chico de ciencias puras ha evidenciado su preferencia por los números sumando triunfos. En 2015 se convirtió en su segundo año infantil en campeón del mundo junior en el 200 espalda, acumuló 22 récords nacionales entre los 13 y los 16 años, en 2016 se clasificó para los Juegos Olímpicos que se disputaban en el país de su madre, Nadia de Oliveira (es de Salvador de Bahía, Brasil), y hace un mes disputó su primer Mundial absoluto. Vive a tanta velocidad como nada. Y en vez de tocar la pared de la piscina, no encuentra muros que le retengan.
En su espalda carga su talento, sus éxitos, su humildad y el futuro de la natación española. Demasiado peso y responsabilidad para cualquier joven de 18 años, aunque Hugo González (Palma, 1999) parece estar hecho de agua. Todo fluye, desde su tono suave de voz hasta sus poderosas brazadas, que le han conducido a cuatro medallas en el Mundial Junior. Tres de ellas han sido de oro (400 estilos, 100 y 200 espalda, este martes, a las que hay que sumar una plata en el 50 espalda). Su última gesta ha sido en Indianápolis, desde donde se desplazará a Auburn para continuar su aventura americana. Buscará en Estados Unidos ampliar sus notorias cualidades deportivas y educativas.
Porque su plan es estudiar Ingeniería Informática mientras se prepara con la élite planetaria tras evidenciar una proyección meteórica. Este chico de ciencias puras ha evidenciado su preferencia por los números sumando triunfos. En 2015 se convirtió en su segundo año infantil en campeón del mundo junior en el 200 espalda, acumuló 22 récords nacionales entre los 13 y los 16 años, en 2016 se clasificó para los Juegos Olímpicos que se disputaban en el país de su madre, Nadia de Oliveira (es de Salvador de Bahía, Brasil), y hace un mes disputó su primer Mundial absoluto. Vive a tanta velocidad como nada. Y en vez de tocar la pared de la piscina, no encuentra muros que le retengan.
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